Aprovechando la próxima festividad consumista “cultural”, brindamos algunos apuntes a la cuestión del libro desde una perspectiva anarquista (una extensión de un escrito anterior, de título La idealización de los libros y la cultura consumista en los andes, que colocaremos al final de este artículo).
Este 2023, lxs comunicadores contratadxs por la repugnante Cámara del Libro no han tenido mejor idea para homenajear al comunista Vallejo que hacerle una inteligencia artificial o un chatbot. Mas que celebración es puro marketing, nada que nos sorprenda de estos sicarios de la cultura… sin embargo, nos llama la atención las respuestas de “vallejo” con respecto a cuestionamiento directos hacia la FIL.
-Sobre las denuncias de la explotación
https ://www.mataperrea.com/fil-la-pesadilla-laboral-de-quienes-te-venden-libros/
Nada más beneficioso para la FIL que un chatbot “apolítico”, de terror para los comunistas. No sobredimensionaremos las respuestas de un bot pero si deseamos llamar la atención que dicha i.a es expuesta en las redes sociales como algo «cool» o «paja», y ni que decir de aquella gente pagada por la FIL para hacer publicidad en Tiktok, YTB, etc. que nunca tienen un posicionamiento asi les paguen o no.
Así nos acercamos a las malditas fiestas patrias, con un régimen genocida y un ambiente permeado de represión y persecución. Sin embargo, Lima tendrá su feria del libro y celebrará a lo grande dicho acontecimiento “cultural”.
Sobre los cuestionamientos de explotación laboral de la Fil-2022, el nuevo presidente de dicha Cámara de Libros ha puesto “paños fríos” demostrando así el carácter neogamonal de aquella institución, típica respuesta neoliberal (indiferencia, siempre y cuando no involucre sus ventas).
Quizás habrá gente inocente y se acercará a preguntarnos: ¿no es una tonta generalización?
Pues, las críticas son al organizador (Cámara del Libro), a las editoriales y hasta al público. Tres actores que han interiorizado la explotación laboral, así como las estafas de libros. Y con estafa, nos referimos a todo acto de robo por parte del sector “cultural” para con el público en general. Quizás podremos exonerar al público, que por ignorancia o dejadez alimentan a dichos sicarios culturales. A quien no perdonamos, y nunca lo haremos, son a las Editoriales que vienen aprovechándose del lector con una gran cantidad comportamiento asquerosos.
Con las crisis de lectores en el mundo, a inicios de este siglo, parecía que dicha agremiación de editoriales moría. Por eso la reacción ante esta fue de transformación digital y así se adhirieron al boom de “lectores” online, popularizándose los ebooks. Aunque sobrevivieron para ser devorados por empresas fachas como Amazon, etc. Es durante esta crisis que el internet logró monopolizar gran cantidad de textos con sus respectivas autorías, aumentar el contenido de libros en digital e imponer un neoliberalismo en la academia, que se observa en la compulsividad de hacer papers y en la esclavitud académica subordinada a grandes editoriales “científicas”.
El sector librero empresarial no dijo nada de las masacres. El sector academico dio la espalda a las victimas.
https ://peru21.pe/cultura/fil-2023-autores-blue-jeans-rosa-maria-cifuentes-fil-2023-autores-notables-como-blue-jeans-dario-sztajnszrajber-y-rosa-maria-cifuentes-se-presentaran-en-la-segunda-semana-noticia/
En nuestra región la lectura nunca se democratizó, los que leen siempre han sido una gran minoría y las experiencias editoriales “democratizadoras” son casi inexistentes. Los libros en Perú siempre han estado caros y han sido utensilios de la élite. Sin embargo, es un mercado muy lucrativo (un día se factura bien con libros de influencers, la otra con mangas… total solo se vende “cosas”).
Un ejemplo de estafa son aquellas editoriales y sus libros “populares”, terrible oxímoron. Si la lógica es hacer libros “populares” quiere decir que también hacen libro “no populares” es decir inaccesibles al “pueblo”. Y es que vender textos a 5 o 10 soles, no hacen popular algo. Pecan aquellas editoriales al creer que al poner un libro a dicho costó son “populares”, y el colmo es que ponen a disposición del “pueblo” textos que circulan en gran cantidad en las calles (no vengan a decirme que nunca han visto un “horas de luchas” a dos soles en cachinas, malambo o hasta en quilca. Buscando en la BNP se puede encontrar que dicho libro de G.Prada se ha editado en 2011,2010,2010. ¡El Colmo!).
Además, para gracia nuestra, relanzar textos de harta circulación con académicos es lo mas impopular que existe… pero estas editoriales insisten en hacerlo. Tontería que viene de la búsqueda de legitimarse en la argolla académica y poder ser aceptado por la Cámara de Libro, para luego terminar feriando en la FIL o para rellenar sus respectivos CV y poder postular a un subsidio “cultural” del Estado.
Si no son las re re re re re ediciones o las “populares”, son los “facsimilar” o reproducciones de libros de la primera edición. Esta última tontería ha venido de la academia, sobre todo del sector más sicario, digno para acaudalados coleccionistas y lamentable para los lectores (por ejemplo, Aves sin Nido en facsimilar está 30 soles frente al facsimilar en internet en pdf libre). Otro fenómeno que ha surgido en estas tierras, es el de los “inéditos” que algunos corruptos partidos políticos están relanzando de la mano con editoriales políticas o de sus patrones y cuyo fin hacer propaganda de sus ideas obsoletas o podridas (cuantas veces los investigadores han buscado acceder a archivos del apra o de los comunistas, negandoles acceso por no tener carnet). Existen las mismas estafas en la academia, editoriales «críticas» financiadas por dinero de los gringos no se cansan de relanzar Historia de la Corrupción u otras, cuyos autores estan muertos, y cobran como si fuera una nueva investigación.
Es de sobra hablar de las editoriales más populares, que se han encumbrado con las estafas de las re re re re r e ediciones de poetas y ensayistas, así como de influencers, y peor de sus silencios frente a las tremendas argollas y a las funas hacia sus autores (poetas, políticos, activistas, ong´s, etc.).
Boicotear a la FIL es el primer paso para confrontar esta distopia del consumismo y hacer quebrar a los sicarios culturales, pirateando sus libros y criticando acidamente su inaccesibilidad, construimos un verdadero movimiento de liberación de los libros. Que el conocimiento sea libre de verdad, que leer no sea la “costumbre” que desea la Cámara del Libro. Que la lectura sea instrumento para labrarnxs a nosotras mismas y lo que nos rodea, que nunca sea reducido al simple “consumo”.
La idealización de los libros y la cultura consumista en los andes.
Existe en esta región, llamada por algunos como «Perú», una ambiguedad en el sector academicx con respecto al papel que desenvuelve el libro en nuestras sociedades.
Muchxs de estos señorones privilegiadxs, no se cansan de indicar que el libro es cultura y en consecuencia transformador… sin embargo sus «revolucionarios» libros que escriben (nos referimos al texto en físico como virtual) cuestan por lo menos de 6 a 7 menúes (precio post-covid) en un restaurante popular y si se piratean indican: » no adquieran copia, perjudica a la bondadosa industria de los libros».
Esta ambiguedad es replicada por la mass media y es interiorizada por la gente… es que el libro es un ente intocable, casi sagrado e infunable.
Esta gran contradicción tambien es replicada por la izquierda, desde la moderada hasta la extrema. Estxs «militantes» siguen enclavados en el siglo xx, llorando por aquella «cultura» que se fue, imaginandosé que con su saberes «enciclopedicos» o extremadamente dogmaticos se autorrealizan y convierten en el idolatrado «modelo» revolucionario. Tambien existen anarquistas que desean revivir la «cultura» obrera del sindicalismo, asumen que es la única vía de acción y tratan de hacerla hegemonica… sin embargo cuando se le pregunta sobre las similitudes de esa «cultura» con aquella de los partidos de masas de los 30´s, solo responden superficialmente con: «no son iguales».
Y es que en esta parte del mundo, al sujeto cultural y contracultural les cuesta mucho salir de la zona de confort… si, cuesta grandes cantidades de dinero.
El mundito de los libros y editoriales se mueven por la argolla-dinero, y aunque muchos «realistas» nos enjuicien y encineren nuestros argumentos con el clásico: «sacrificamos mucho por la cultura» o «todo es autogestión» , no queda mas que evidenciar su apaciguamiento con la industria del libro (de la que directa o indirectamente se beneficia!).
El festín de la explotación: la política y las ferias de libros.
Luego de extenderse la ley que «promueve el libro», la industria de los libros celebró a lo grande y tras la pandemia impulsaron con fuerza las denominadas «ferias de libros». Demostraron un gran esfuerzo en «recuperarse» y la «cámara peruana del libro» celebraba junto a sus agremiados el resurgimiento de sus «emprendimientos»…
Sin embargo estos esfuerzos no se muestran para posicionarse frente a casos de corrupción como el del Ministerio de educación y ciertas editoriales-Grupo El Comercio. De la misma forma, desconocen aproposito las conexiones entre política y su agremiación. ¿Acaso Alan García y sus secuaces no son dueños de Crisol? o ¿porque Planeta y otras publican tanta cantidad de textos basura de personajes repugnantes de la derecha extrema peruana? ¿porque tantas tolerania con los autores funados y fachos?
Mientras que el sector «libresco» sea tapado con esa especie de manta protectora llamada «cultura», seguirán los abusos con respecto al deseado «lector».
Aunque para la mass media, a pesar de que la gente no lee, estamos en un ambiente esperanzador:
[sobre la venta de libros sobre coyuntura política] «es un claro indicativo de que hay un público que demanda leer lo que está pasando en nuestro país»
Y que pasa con las denuncias de explotación laboral en la Feria del Libro-2022, algo cotidiano en estos espacios: Absolutamente NADA en la mass media.
Tan solo una web (mataperrea, con su artículo que está compartido arriba) ha recogido la voz de estos libreros explotados por la cámara peruana de libros (que hasta ahora no se manifiesta), entre ellos universitarios y personas con inestabilidad laboral.
Y sobre el ansiado «papel de protector» del estado y su SUNAFIL, que es la panacea para la izquierda: NADA.
Así como vemos en otras «industrias», las conexiones entre editoriales y su agremiación con la política son varias y sostenidas en el tiempo (desde el «sano» lobby para poder sostener la «ley del libro» hasta su omisión sobre las conexiones de lavado de dinero en sus agremiados y la protección de la explotación laboral)
El consumo como obstrucción para el conocimiento y el autoaprendizaje
Quizás la lectora nos preguntará: ¿y la novedad?
Bueno, teniendo en consideración que la cultura consumista ya es global (donde todo se vende y todo se compra de forma compulsiva) debemos actualizar nuestra visión de lo que son los libros. He ahí la novedad.
Mientras que lees esto, se renueva las licencias de propiedad intelectual de muchos autores con fines lucrativos y esto es hecho por familiares,grandes empresas editoriales o hasta de gigantes del internet como google. La ansiada «cultura» ahora viene con copy, y para hacer mas atractivo el engaño nos ofrecen las llamadas «re-ediciones».
Si, el primer paso para darse cuenta que una es una imbecil que contribuye a esta industria «bondadosa» es el consumir sus «nuevas» publicaciones. Sucede con todas las disciplinas, aunque con mayor fuerza en la literatura: ¿quien no ha visto una re re re re re edición de equis libro?
Ofrecen el mismo contenido a un precio elevado, y no se trata de recuperar o ganar lo mínimo, ¿acaso no hemos visto en la libreria facha libros de bakunin a 100 soles? Tambien se ha visto que la «exclusividad» de los textos lo vuelven inmunes a los descuentos en las ferias de libros o hasta se ausentan las publicaciones.
Otra forma de engañar es hacer de la «exclusividad» un pacto entre instituciones para beneficiar a las editoriales. Busquesé la academica de su gusto y su tesis novedosa para comprobar como desaparece dicho estudio del repositorio digital de su universidad para luego verla en venta como libro por equis afamada editorial.
No le basta a las grandes editoriales financiar libros de mediocres influencers, amparandose en dicha Ley del libro, para sacarnos plata… sino tambien con vendernos la estafa del «libro verde». Si, aquel que no es hecho con madera ilegal o que es parte de un redentor plan de reforestación (si, tu miserables media hectaria de arboles van a salvar al planeta!).
La pandemia tambien ha impulsado este tipo de engaños con respecto a los libros; google y demás editoriales academicas se ha mostrado «buenos» y liberaron textos en pdf para apoyar a los estudiantes del mundo sin embargo son estas mismas empresas las que tratan de monopolizar la mayor cantidad de libros con su respectivo copy, no interesa si son libros con los derechos vencidos …en fin quien va a negarle ese derecho a los dueños del internet?
Como anarquistas la cuestión del autoaprendizaje lo tenemos en mucha consideración, sin embargo existe cierta cantidad de anarquistas que ven en el libro una especie de biblia que libera y cura de todo (que es una falacia porque existen «intelectuales» fachos), todo esto respaldado por aquellas glorias que dejaron de existir… la cultura de los obreros ácratas del siglo pasado.
Admirada por academicxs y «militantes» del anarquismo, la cultura «proletaria» ha sido tan fetichizada que se le ha vaciado de contenido…ya no se busca propagar la anarquia al contrario se busca propagar las instituciones del anarquismo «dorado». En vez de liberar ediciones, las guardan. En vez de propagar los pdf, regalar libros y leer mas allá que anarquismo, vemos lo contrario: «lo liberaremos dentro de 2 años», «ven a mi biblioteca libertaria», «debes leer a González Prada, Lévano, etc.».
Así, aunque suene muy altanero, el primer obstaculo para el autoaprendizaje del anarquismo son los anarquistas.
Cansemonos de esta farsa y pose de crear grandes «instituciones» como las del siglo pasado, dejemos de lado la idea cuadriculada que el anarquismo se forma leyendo anarquistas renombrados (¿acaso esos «grandes» anarquistas leía solo anarquismo? ¿acaso prada no era un lector de diversos autores? ¿Acaso Goldman no disertó alguna vez sobre Nietzche?)
En vez de buscar reediciones o imprimir libros, demos acceso gratuito a estos textos desde diferentes formatos… y apoyar toda voz que desea manifestarse de forma voluntaria y propia sobre nuestras vidas en resistencia. Nunca busquemos intermediarios que se creen los «profesores» del anarquismo, gente dogmatica y «militantes» disciplinados.
Seamos lo contrario e invitemos a otras a unirse, de este forma se hace cultura anarquista!
Posdata: En conclusión, el libro ahora es un artículo mas de la cultura consumista… y no, no hay que revivirlo (asi como el punk, dejen descansar en paz a dicho elemento que no trae ni una novedad)…
Posdata 2: El fin de esta columna no es censurar a los fetichistas de libros, en fin… la mayoría de libros, anarquistas o no, estan en pdf! [busqué en libgen, sci-hub, en el buscador de su preferencia, hasta hay wordpress que los distribuyen ordenadamente]
Aquí algunos enlaces, pero hay más, mucho más.
https ://lapirateca.com/
https ://lapirateca.com/otras-bibliotecas/
https ://pirateaydifunde1.noblogs.org/
https ://pirateaydifunde1.noblogs.org/paginas-recomendadas/
https ://distribuidorapeligrosidadsocial.wordpress.com/
https ://disidenciass.wordpress.com/
https ://fierecoediciones.noblogs.org/
https ://anonimxslibertarixs.wordpress.com/materiales/
-Y para prevenir que el artículo de abajo lo borren si las denuncias se hacen más molestas, aunque lo dudamos porque la prensa como de costumbre no ha recogido ni compartido estas denuncias, pero por las dudas lo copiamos acá ya que su contenido es extenso y preciso. Y como tenemos algo más de tiempo en estos momentos, copiaremos el artículo de la web mataperrea que recopiló las denuncias de lxs trabajadorxs de la FIL el año 2022
FIL, la pesadilla laboral de quienes te venden libros
07 de Agosto, 2022 – Por mataperrea
La Feria Internacional del Libro de Lima (FIL) está de vuelta y sus cuestionamientos también. En uno de los puestos de una de las cadenas de librerías más populares del país, un personal de seguridad porta una camiseta negra con una frase que dice “con un ojo leo mi libro y con el otro te vigilo”.
Este verso podría describir la precariedad y explotación laboral que ocurre dentro del toldo rojo intelectual que cada año reúne a escritores y escritoras (también libreros, guardias, vendedores, personal de limpieza, etc.).
Los libros obviamente son los protagonistas de este evento anual limeño, sobrevalorados o infravalorados, lights o robustos, faranduleros o cultos, ‘Mi bebito fiu fiu’ o ‘Trilce’, todos comparten el mismo stand y están a la espera de ser comprados por el público.
Sin embargo, los libros no llegan por arte de magia al lector, ya que detrás de ellos, hay un ser humano intentando mover, vender y promocionar el best seller, sin importar estar de pie más de diez horas ininterrumpidas al día.
Winston (20), quien prefiere no revelar su nombre, dice que detesta la FIL por todo lo que representa (machista, argollera, elitista, racista, clasista, explotadora, etc), pero que igual está aquí trabajando en el stand de una cadena de librerías para sacar algo para sus pasajes y estudios universitarios.
“¡No podíamos ni ir a orinar!”, exclama. Winston dice que antes de que la feria se abra al público, no funcionaban los servicios higiénicos portátiles. Y si quería miccionar, pese a estar registrando y ordenando la mercadería por horas, debía irse a los restaurantes aledaños o al mismísimo Hospital Rebagliati, el cual queda a metros de la feria.
A la hora del almuerzo, Winston tiene que comer en menos de media hora para seguir vendiendo (y si es un día festivo como el 28 de julio, en menos tiempo). Incluso alguno de sus compañeros tuvo que comer detrás del mostrador para seguir trabajando y no alejarse de su puesto.
Además, no hay comedor, hay un espacio escondido, estrecho e improvisado en donde el personal tiene que arreglárselas para comer. No había microondas para calentar la comida, pero luego colocaron uno, gracias a la presión de los trabajadores. Hay que remarcar que esta área estaba tan oculta que algunos miembros del personal no sabían de su existencia.
Winston indica que no ha firmado ningún contrato, como muchos de sus compañeros, es decir, no están en planilla, no tienen un seguro médico, Compensación por Tiempo de Servicios (CTS) o AFP.
Tuvo que cargar cajas pesadas de casi 10 kilos, fue parte del montaje y lo será también del desmontaje de los muebles. Al día gana S/ 60, y trabaja de 10 a. m. a 10 p. m.
En años anteriores (incluyendo la prepandemia de la Covid-19), se han realizado denuncias laborales contra la FIL. Maltratos de escritores de renombre hacia el personal, editores generales que solo velan por la mercancía, enfermedades o lesiones ocultas, etc.
Mataperrea consultó a la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil), si es que se había emitido alguna orden de inspección, pero no estaban enterados de las denuncias que incluso se habían reportado en redes sociales.
Es necesario recordar que cada año la Cámara Peruana del Libro (CPL), el gremio empresarial de este sector, celebra los récords históricos en ventas. Solo en el 2019, la FIL totalizó más de S/ 20 millones, es decir, 5% más que la edición anterior. Hay que remarcar que estas cifras son de las ferias con presencialidad. ¿Por qué eso no se traduce en mejores derechos laborales?
A propósito de que México será el país invitado a la FIL-Lima 2023, una exvendedora de Jalisco, a quien llamaremos Julia (28), narra su experiencia en la FIL-Guadalajara.
En el 2019, un año después de egresar de la universidad, Julia empezó a trabajar en una editorial independiente (Paraíso Perdido). Al principio todo le parecía mágico, porque era algo que siempre había añorado.
“No me importaba que mi jefe me escribiera a todas horas (aun cuando ya estaba en mi hora de salida), no me importaba llevar montones de trabajo a casa, trabajar horas extras sin que me las pagaran, porque yo lo sentía como una oportunidad”, explica.
Julia señala que no se dio cuenta de los tratos abusivos hasta que ella y sus colegas fueron obligados a cubrir jornadas completas de trabajo en la FIL-Guadalajara.
Durante esos días, se dio cuenta que no solamente estaban abusando de ella y sus compañeros, porque tuvo oportunidad de conocer testimonios de empleados de otros stands.
Muchos de ellos venían de otras ciudades, tenían turnos de 7:00 a. m. 10:00 p. m., sin permisos para ir al baño, comer, sentarse o descansar, y unos sueldos irrisorios.
“Recuerdo la impotencia y la tristeza que sentí aquellos días, sin permisos para descansar o ir al baño, viendo todo ese flujo de dinero a sabiendas de que yo no me beneficiaría en absoluto de él, a pesar de mi esfuerzo y mi cansancio”, comenta Julia.
El editor y sus socios le exigieron que, al mismo tiempo que atendía en el stand, organizara (junto con sus compañeros) una fiesta de clausura por el fin de feria, de la que por supuesto solo disfrutaron editores, socios, escritores y demás personas importantes del medio.
El sueldo no significó realmente nada, tomando en cuenta que tuvo que cubrir sus propios gastos de traslado (taxis, transporte público, gasolina, estacionamiento) y sus propios alimentos. Al concluir la FIL-Guadalajara terminó ganando cero pesos por un trabajo a tiempo completo.
“El último día de feria me sentí aliviada de que hubiera acabado, me dolía todo el cuerpo por pasar todo el día de pie, sin tener un descanso en nueve días continuos, pero para mi sorpresa el editor me dijo que era obligatorio ir al día siguiente (un día más) a primera hora para estar al pendiente del desmontaje del stand”, indica Julia.
Ese día nadie se lo pagó. El salario se lo pagaron tres semanas después de la feria. No recibieron ningún beneficio adicional pese a ser fin de año.
Al siguiente año, la editorial quiso “contratarla” porque “estaban muy felices con su desempeño”, pero los beneficios eran mediocres. Lo rechazó, dio las gracias y se fue.
Este año salió una denuncia pública de una de sus excompañeras de trabajo donde señala el acoso y la explotación laboral por parte de su exjefe, Antonio Marts.
“Los libros y la literatura son hermosos cuando ignoramos todo el sistema de abuso que existe de fondo. Es importante que las personas seamos conscientes de esos maltratos y rompamos el patrón. Todos los trabajadores, sin importar nuestra área, merecemos sueldos y tratos dignos, merecemos seguridad social y que se nos reconozca nuestro desempeño”, manifiesta Julia.
La gran precariedad laboral en la industria del libro rebasa las fronteras y no es tan distinta. Los derechos laborales están ausentes en la fiesta literaria más grande del Perú.
Y, hay que puntualizar, que esto es solo una parte del gran abuso laboral en este sector.
Arturo, librero que fue despedido por exigir un vaso de agua
Arturo, quien prefirió ocultar su identidad para no sufrir repercusiones, trabajó en la FIL-Lima, específicamente en el stand 57, en la Librería Lancom, empresa dedicada a la distribución, publicación, venta minorista y mayorista de libros.
Lancom es parte de la Cámara Peruana del Libro (CPL), organizadora de la feria y gremio privado que reúne a otras librerías y editoriales conocidas como Crisol, Planeta, Penguin Random House, etc.
Arturo cuenta que pasó una entrevista veloz, luego lo llamaron por teléfono y le dijeron que había conseguido el puesto. El día del contrato, fue citado a una oficina en Miraflores. No pudo ni preguntar ni negociar el salario y tampoco pensar si le convenía porque la empresa solo quería que firmara el contrato y se vaya. Necesitaba el trabajo y aceptó.
“Nos hicieron firmar un contrato como locadores, y por ende teníamos mucho menos derechos (laborales)”, comenta Arturo.
Arturo señala que dentro de las irregularidades y maltratos en la FIL, la deshidratación es un factor grave. “Trabajar más de 12 horas de pie requiere de una alta hidratación para no sufrir mareos/desmayos. En ningún momento se aseguraron de que tengamos el agua y tiempo disponible para hidratarnos”, indica.
En la entrevista le dijeron que iban a tener intervalos de 15 minutos de descanso, pero nunca se cumplieron.
En el stand tenían un bidón de agua, pero Arturo comenta que algunos días estaba vacío, ellos reclamaban y les decían que lo llenarían al día siguiente. Pagaban S/ 5 por hora, aunque habían libreros a los que les pagaban menos. Comprar una botella de agua era gastar casi la mitad de lo que ganaban a diario.
Arturo seguía quejándose de esa falta y Lancom le respondió: “el agua no está por contrato”.
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Por otro parte, Arturo cuenta que previamente al inicio de la FIL, “no habían baños, teníamos que aguantar hasta el límite y salir a pedir baño afuera o consumir algo para que nos den baño”.
Y cuando ya habían baños, seguía el maltrato porque “si llegabas al predio en la mañana y necesitabas ir primero al baño, te ponían tardanza, esas tardanzas las usaban luego para descontar el salario”, según Arturo.
Además de ello, Arturo señala que Lancom les daba dos panes sin nada dentro como “refrigerio”. “Entiendo que no están en la obligación de darnos nada, pero eso era insultante. Eso demuestra los valores que tienen respecto a sus empleados”.
La seguridad poco o nada importaba en la FIL. “A una compañera le han robado a la salida dos veces en una semana. Salíamos a las diez y tanto de la noche.
Los domingos se complicaba mucho el regreso, sobre todo si vivías lejos. Los colectivos ya no pasaban y el Metropolitano ya estaba por cerrar”, cuenta. A eso hay que agregar los robos que sufrieron libreros y visitantes en la feria.
Arturo considera que el pago era una miseria, a pesar de que varios de sus compañeros eran personas preparadas en literatura o eran autodidactas que sabían mucho del sector.
Debido a sus cuestionamientos, Lancom lo retiró intempestivamente, pero de una manera en particular. Le dijeron que habían citado a sus colegas a la oficina para una supuesta reunión, pero todo era un engaño, lo habían citado sólo a él. Y le exigieron que no vaya a la feria.
Le pagaron, pero con todos los gastos en almuerzos y pasajes, Arturo afirma que la ganancia no es la que figura en el contrato.
Después de ‘despedirlo’, Lancom les ordenó a sus compañeros que no hablen entre ellos, “los separaban para que no estén chismoseando, me pareció una medida muy atrasada, muy autoritaria, pero bueno, son así estas empresas”, explica Arturo.
Arturo y sus colegas habían logrado alcanzar la meta de ventas propuesta. “Conseguimos trabajar muy bien en equipo, vendimos muy bien”. A pesar de ello, él y sus compañeros no se sintieron valorados.
“Todo por no ser más considerados con sus trabajadores. De nuestro desempeño dependen sus ventas”, apunta.
El día que lo echaron, le dijeron que querían terminar la relación laboral en buenos términos porque de esa manera lo recomendarían a otras librerías. “Claramente fue un chantaje porque yo siempre defendí mis derechos”, afirma.
Arturo espera que el Ministerio de Trabajo o la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil) se pronuncien respecto a las denuncias laborales de libreros y libreras de la FIL. “Espero que hagan las inspecciones y que multen a quienes deban multar para que no se vuelva a repetir en años siguientes”, agrega.
Libreros y libreras señalan que no solo es una librería o editorial, sino todo un sistema de explotación en la industria del libro, tolerado por autoridades del Gobierno y del sector.
Sobre la Cámara Peruana del Libro (CPL), Arturo indica que deberían hacerse responsables de las denuncias. “Me parece indignante que tanto políticos como organizadores se lleven aplausos por permitir que funcione la feria del libro de esa manera”, comenta.
—Actualización—
A partir de la publicación de esta historia, recibimos más denuncias laborales de libreros y libreras que participaron en la Feria Internacional del Libro de Lima (FIL).
Aquí algunos testimonios:
“El sueldo no era suficiente para todo lo que se hace”
“Mi hermano trabajó varias veces en la FIL, no podía ir al baño, no había dónde pueda almorzar”.
“Vi a una trabajadora de un stand comiendo en el suelo entre libros”
“Escuché cómo le negaron el permiso a una chica que preguntó si ya podía ir a almorzar y eran casi las 5 p. m.”
“Hace 6 años trabajé en la FIL. Una pena que siga la explotación laboral a jóvenes estudiantes. Incluso una compañera se enfermó por aguantarse mucho la orina”.
Si quieres realizar una denuncia anónima sobre este caso, puedes escribirnos a mataperrea@gmail.com
Apuntes:
-El testimonio de Winston es una recopilación de varias denuncias de trabajadores de librerías de la FIL-Lima.
-Artículo completo con fotos y más detalles incluídas en este enlace del artículo original :
https ://www.mataperrea.com/fil-la-pesadilla-laboral-de-quienes-te-venden-libros/
Y como última posdata, leer más que otrxs no te hace mejor que nadie ni poseedorx de la verdad absoluta. Leer nos debe alentar a investigar más, comprobar en nuestras vidas, contrastar,.. cuestionar. Recuerda que hay intelectuales que son una reverenda M.